Experiencia gastronómica: Ride or Die

La idea preconcebida de comida a domicilio comienza a resquebrajarse. No queremos (no debemos) acostumbrarnos al “malcomer”.

Cuando pensamos en delivery, no podemos evitar imágenes centelleantes de pizzas y hamburguesas como apéndices adyacentes al cortex. Al igual que ocurrió con la supremacía de la comida china, su relevo llegó con un amplio abanico de oportunidades gastronómica. Este hecho no hacía más que evidenciar la Fast Food Nation en la que nos habían convertido. Global. Sin excepción. Hasta ahora.

Pero ¿Qué es lo que esta ocurriendo?

Estamos hastiados de exceso de grasa, comida que podríamos cocinarnos en casa y que, para más inri, tiene una calidad inferior al de un puesto en Chinatown. Los hogares se han convertido en reclamos para empresas de restauración de feo, malo, y, si me apuras en multitud de ocasiones, caro. El público objetivo no es tonto, quizá necesite tiempo para reaccionar, y el momento es ya.

Hay que añadir el derroche de la saturación de oferta. Abrir una aplicación de comida a domicilio se ha convertido en un deporte de riesgo. Sientes cómo el cortisol comienza su escalada. “Esta noche… italiano. No. Árabe. Quizá sea el momento de probar algo healthy”. Y en este bucle (y cuarenta y cinco minutos después), la congestion por desinformación provoca la debacle.

¿Y si te dijera que hay luz al final del túnel?

Cómo resuelvo esta pregunta si añadimos que estamos inmersos en una pandemia. He aquí la ironía… Sorprendentemente la respuesta a ello es la condición per se: a propósito de la pandemia. Grandes empresas gastronómicas avaladas por sus reputados y punteros chefs, dan el do de pecho y se lazan a la comida a domicilio.

Aguzar el ingenio en una crisis devastadora es un requerimiento sine qua non para dejar tu huella en este mundo, loco, pero nuestro.

Cenas de navidad, reuniones de alto copete o incluso la celebración de una fecha señalada familiar desde…¿el sofá de nuestras casas? Sí, la realidad supera la ficción. Aquí es cuando aparecen propuestas gourmet con sellos como los de Arzábal, Paco Roncero, entre otros. La calidad de los productos, habla por sí sola. Lo que no se nos había enseñado es que con un servicio delivery se puedo lograr que comamos con los ojos. El packaging lo es todo. Una representación fehaciente de lo que la marca es. Sencillo o, más bien, eso parece. Elevar tu empresa gastronómica a los más altos estándares de calidad no es tarea sencilla. Llamémoslo excelencia. Pero si logras el objetivo crearás una verdadera experiencia sensorial.

Carolina Arribas

Editora
Absolut Consulting
absolutconsulting.es

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